Desafíos del cargo
El primer desafío será mejorar los resultados académicos y asegurar el progreso formativo en todos los niveles, considerando los rezagos detectados en Lenguaje y Matemática y la necesidad de instalar una cultura de altas expectativas, declarada explícitamente en el PEI. Será clave consolidar prácticas de planificación rigurosa, evaluación formativa, monitoreo del desempeño por ciclo y acompañamiento docente en aula, alineando las acciones pedagógicas a las metas del PME y del PEL para asegurar trayectorias educativas completas y con equidad.
Un segundo desafío estará en recuperar matrícula y fortalecer la continuidad educativa, especialmente frente a la baja permanencia de estudiantes en niveles superiores y el riesgo de deserción escolar en contextos de alta vulnerabilidad. Esto exige implementar estrategias de retención y revinculación escolar, reforzar la articulación entre ciclos educativos, proyectar oferta formativa atractiva y consolidar el rol del establecimiento como alternativa educativa válida para adolescentes y jóvenes del territorio.
Un tercer desafío relevante es consolidar la Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA), asegurando pertinencia curricular, apoyo socioemocional y modalidades flexibles que respondan a las necesidades del perfil de estudiantes trabajadores, padres y madres, o jóvenes en reinserción educativa. El liderazgo deberá fortalecer el modelo pedagógico nocturno, mejorar asistencia y titulación efectiva, y posicionar la EPJA como estrategia de movilidad social y oportunidades laborales en coherencia con la misión institucional.
En cuarto lugar, se requiere fortalecer la convivencia escolar y el vínculo socioeducativo con las familias y el entorno, dado el alto nivel de exposición a factores de riesgo social presentes en el territorio (violencia, consumo problemático, delincuencia y rezago escolar). Será prioritario articular intervenciones preventivas, fortalecer redes externas de apoyo, promover habilidades socioemocionales y asegurar ambientes de aprendizaje protegidos que favorezcan el bienestar estudiantil y el respeto por la diversidad.
Finalmente, el cargo exige instalar un liderazgo directivo que fortalezca la cohesión interna, el compromiso laboral y el clima organizacional, ya que el propio diagnóstico institucional evidencia baja motivación de parte del personal, ausentismo laboral recurrente y dificultad para sostener lineamientos comunes de trabajo. La dirección deberá consolidar equipos profesionalmente colaborativos, reducir la fragmentación interna, mejorar la gestión del desempeño, y promover bienestar laboral y sentido de propósito, asegurando condiciones que favorezcan la estabilidad, la proyección institucional y la calidad del servicio educativo.